Está demostrado que la música genera placer en nuestra vida. Es una herramienta que se utiliza para muchas terapias precisamente por su poder en la mente humana, no hay más que ver cómo reaccionan los bebés ante ella. En el deporte ocurre lo mismo, tiene una implicación directa que nos hace ser mejores, rendir más y disfrutar durante el entrenamiento. En el Centro de Atletismo de Tenerife (CIAT) lo comprobamos a diario.
Si nos paramos a pensar en nuestra actitud cuando tenemos un tipo de música u otra en el entrenamiento veremos como posiblemente cambiemos el rendimiento, pues está demostrado que la música rápida, con mayor ritmo, nos invita a seguirla y, por ejemplo, hace que corramos más rápido.
La música aumenta nuestra capacidad. La música puede aumentar los niveles de productividad, fuerza y resistencia según este estudio. También se ha podido comprobar que la música rápida y fuerte nos ayuda a realizar un ejercicio óptimo, tal y como ya hemos comentado anteriormente.
Disminuye la fatiga. Digamos que la música hace que perdamos la noción del tiempo y hace que nos metamos de lleno en nuestra burbuja, distrayéndonos así del esfuerzo que estamos haciendo. Esto tiene como resultado que disminuye la fatiga y se reduce el dolor del cuerpo.
Aumenta la concentración. Dependiendo del deporte que practiquemos será recomendable una música u otra, aunque lo fundamental es que nos guste. La música enérgica nos ayudará si hacemos deportes físicos como el atletismo pero sería nefasta para otros deportes como el golf o el tiro con arco, para los que necesitaremos música mucho más pausada. Al fin y al cabo, la música lo que hace es ayudarnos a concentrarnos en nuestros objetivos.
Aumenta la capacidad cardiovascular. Si escuchamos música que nos gusta durante el entrenamiento, la capacidad cardiovascular podría aumentar hasta un 15% según otro estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Brunel (Reino Unido).